Y el sábado nos reunimos para almorzar, preparando cada uno un plato. Considerando que el viernes estuvimos bailando hasta que terminó la orquesta, es milagroso que el sábado nos presentáramos en el Prado a la hora de comer con una porra fría. "Por suerte" Francis y Josema no tenían canguro la noche anterior y se recogieron a una hora razonable. Les tocó acarrear el tablero y pillar sitio. En una esquina, a la sombra, cerca del escenario y de la barra y hasta con un banco. Vamos, un chollo.
Poco a poco fuimos "amaneciendo", menos alguno que se tuvo que quedar en la UCI de su casa con el suero puesto.
Cada nuevo asistente era recibido con una exclamación de alegría: ¡Hombre, croquetas! o ¡Vaya tortilla!, etc. En general estaban representados todos los platos habituales en estos eventos: Empanada, tortilla, croquetas, porra fría, chorizo, macarrones para los niños... Aunque algunos se comieron más la cabeza para "innovar" con unos pimientos confitados con pastel de carne (Pepe y Esther) o con un pulpo a la gallega (Javi y Ana) por ejemplo.
Para redondear el menú compramos un jamón y un queso, junto con el resto de pertrechos básicos (pan, platos, servilletas, cubiertos, cerveza...).
Vamos, que nos pusimos las botas como siempre. Aunque este año sobró menos comida que el pasado. Mientras tanto, los niños se dedicaron a capturar mariposas y así, por lo menos, no se metieron en la fuente y nos dejaron cierta paz. De vez en cuando venía alguno llorando o, como mi Ana, preguntando cuándo empezaba la fiesta del agua. Menos mal que de momento no saben leer la hora. Pero cada día es más difícil entretenerlos diciéndoles que "en cuanto den las cinco, todos a la fuente". El año que viene lo vamos a tener casi imposible, pero de momento, este sábado pudimos almorzar tranquilos y charlando hasta la hora del Especial Trabuco. Algunos no se fueron a disfrazarse y se ofrecieron amablemente a quedarse "guardando las cosas" y echando unos cubatillas. Mientras, los demás nos pusimos los disfraces de egipcios y relizamos el recorrido por el pueblo detrás de la charanga. Como otros años, los más pequeños iban en sus carritos, que además nos servían para llevar el hielo y resto de adminículos útiles para combatir el calor. En mitad del recorrido nos pararon en un control de alcoholemia, pero por suerte no eran guardias civiles de verdad, sino unos tipos que iban disfrazados como nosotros. ¡Qué susto! Si me quitan el carnet del carrito a ver cómo llevo yo la niña al colegio. Lo cierto es que con la calor que hacía y la que había liada, la guardia civil pasó un poco la mano con los que llevábamos carritos de bebé, máquinas de humo y todos esos vehículos extraños que se suelen ver en el Especial Trabuco (barcos vikingos, arcas de Noé, carros de supermercado de lunares...) ¿qué os voy a contar que no sepáis? Según decían algunos, por momentos el carro incluso venía bien para agarrarse y no caer de boca. ¡ Qué exagerados!
Este año por fin vino de verdad Andalucía Directo y mi señora Nefertiti no perdió la oportunidad de promocionar nuestro pueblo: "El carnaval del Trabuco es ESPECTACULAR". Yo estuve torpe y sólo acerté a decir: "500 años en el Museo del Cairo" en lugar de: "No dejen de visitar http://elbogavantefeliz.blogspot.com/". ¿A quién se le ocurre? Claro que yo no sabía que iba a hablar, si no habría ensayado algo, aunque sinceramente no estaba para muchas florituras lingüísticas y creo que habría sido incapaz de pronunciar algo más complicado, como el típico test de alcoholemia casero homologado por la asociación de amas de casa. Cariño di: "Lorena la de la heladería". Bueno, a mí es que no me sale ni sereno. Me pongo nervioso.
Lo importante es que nos lucimos y valió la pena el esfuerzo de ir a comprar los disfraces. Tuvimos que andar de mi casa a la Cruz de Humilladero. De allí a Carrasquilla en C/ Peso de la Harina (bocacalle de Mármoles) y después a juguetes Mabel, junto al Vialia. Total 5,7 Km. a pie. Luego 2,7 en autobús hasta mi casa y por último 20 Km. ida y vuelta hasta el "Palacio de los Caramelos" en el Polígono San Luis. Pienso que casi habría sido más fácil comprar la tela y coser los trajes, como hizo la Rubia. Aunque claro, su experiencia y habilidad no son comparables a las mías. Y no todos tenemos una máquina de coser profesional en casa, así que tocó caminar.
Pese a todos nuestros esfuerzos, Irene decía que a ella le había gustado más el disfraz de mantilla que llevaban las niñas en la procesión. Que a ver si el año que viene nos podemos disfrazar de eso.
Lo bueno de haber apretado durante el día, es que el sábado por la noche estábamos todos muy cansados y no trasnochamos demasiado (algunos ni salieron). Así que el domingo nos juntamos relativamente pronto. "Naturalmente" les tocó a los mismos pillar sitio y acarrear el tablero. Y tuvieron la feliz idea de alquilar unas sillas de la barra para que estuviéramos razonablemente cómodos. También una mesa auxiliar, de ampliación y que también nos sirvió para dejar las cosas a última hora cuando se inició la retirada y devolvimos el tablón a la cochera de mis padres.
El año que viene he pensado decirle a mi madre que, ya que nos presta el tablero, lo mínimo que podría hacer es levantarse temprano e ir con mi padre a colocarlo para pillarnos el sitio. ¡Qué menos!
Como iba diciendo, el domingo "madrugamos" y para la 1:30 que teníamos encargada la paella, ya estábamos casi todos al pie del cañón, dándolo todo en la dura tarea de trasegar cerveza y jalarnos el jamón que Francis y Juani fueron cortando por turnos, casi sin parar. Gracias a eso, Elías y Gerando apenas tuvieron que cargar con un par de litronas y el hueso del jamón para la próxima comida.
Aprovechando la concentración de "paellistas" nos vendieron la revista "Desde el Alto Guadalhorce", papeletas para un juego de sábanas y cartones de bingo del equipo de fútbol. El bingo gana en emoción cuando tienes que señalar usando un pincho cortado de un tenedor de plástico. A pesar de la dificultad, Javi consiguió el premio. El mejor amigo del hombre: un jamón. ¡Qué suerte!, con la compañía que hace un jamón en una casa. Yo que siempre había pensado que estos sorteos estaban amañados y resulta que no. ¿O sí? ¡JAVIIIII!
En fin, no pude alargar mucho la cosa porque teníamos que volver para Málaga, pero no estuvo mal la tarde.
Tanto es así que ¡ EL AÑO QUE VIENE, REPETIMOS ! Y esta vez no se me olvidará ponerle a mi Irene su "disfraz de mantilla".
PD. Dada la falta de sueño y el consumo moderado de alcohol y mi propia mala cabeza es posible que hayáis encontrado ciertos gazapos u omisiones en la narración de los hechos. Por ello, agradezco a cualquiera que quiera aportar su propia visión de los hechos, seguramente más próxima a la realidad, y compartirla con el resto.
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