PRÓXIMA COMIDA

De momento, sin previsión :·(

Por favor, animaros y me decís quién y cuándo organiza la próxima comida.













17/10/2014 Bogavantes son amores, y no buenas razones


Este sábado tuvimos ¡SÍÍÍÍÍÍÍ! una nueva reunión del Bogavante Feliz. A lo tonto, era nuestro quinto aniversario y, con buen criterio, Juani y Gema y Javi y Ana pensaron que no podíamos dejar pasar una efemérides tan especial. Y qué mejor para celebrar este días un arroz con bogavante. Y es que así empezó todo, cocinando unos bogavantes felices allá por 2009. Pero yo creo que los de esta semana los superaban, porque irradiaban felicidad. Era mirarlos y se te alegraba la cara. Y al probarlos ya no te digo na...

Dos fotos de los protagonistas de la jornada.
El día amaneció radiante, con una brisita que se agradecía. A la una y media ya estábamos echando nuestra cervecita en la puerta y buscando la sombra. Empezamos con las patatillas fritas mientras nos juntábamos, pero se nos iban los ojos detrás de los entrantes. Los golosos como yo tuvimos que hacer un esfuerzo sobrehumano para no meter la mano en ninguna cazuela antes de hora.
El rosario de tapas fue amenizando la espera mientras se preparaba el arroz con bogavante. Así, como rezando la novena, comenzamos a desgranar el primer misterio gozoso:

- Tacita de pisto. Ora pro nobis.
- Vasito de porra. Ora pro nobis.
- "Ocho" de hojaldre con jamón y queso. Ora pro nobis.
- Tosta de pastel de atún. Ora pro nobis.
- Brocheta de aceituna con boquerón en vinagre. Ora pro nobis.

Sin dejar de "rezar" algunos nos fuimos pasando al vino (Ezerra y Ramón Bilbao) mientras otros permanecían fieles a la cerveza que entraba muy bien con el calorcito.
Y mientras tanto, los cocineros prepararon el sofrito, cocieron los bogavantes, los pelaron, echaron el agua de cocerlos al arroz con las cabezas limpias y las partes "bonitas" de la coraza. Y al final añadieron la carne limpia del bogavante. La verdad es que, incluso habiéndolo visto hacer delante mía, me llevé un chasco al comprobar que la media cabeza de bogavante que adornaba mi plato ¡estaba vacía!. Eso sí, la pena se me quitó en seguida en cuanto empecé a encontrarme trozos de carne de bogavante limpios para comer y callar. Yo pensé que con las tapas íbamos a gastar poca hambre pero lo cierto es que la perola casi no hizo falta ni fregarla. Hasta los niños aparecieron a probar el arroz a pesar de que previamente les habíamos dado sus macarrones con tomate "para que no tuvieran que esperar tanto los pobres". Y es que toda precaución es poca porque como se te empiquen al arroz con bogavante, estás perdido.
Como digo, literalmente, aparecieron, porque apenas los vimos en todo el día salvo para atender alguna herida y golpe o darles algún vaso de agua. Lo pasaron en grande y se portaron bien, como ya nos tienen malacostumbrados. Empezaron "haciendo un hoyo" con unos escardillos y el carrillo de mano y, cuando temíamos que iban a cavar un túnel hasta la cocina, desaparecieron en busca de la higuera que tenía arrimado un banco para poder subirse a lo alto. ¿Habrá algo que le guste más a un niño que subirse a un árbol? Después se fueron a explorar por el arroyo... Y y por la tarde se los llevaron Josema y Francis "a la Sierra" y nos trajeron imágenes tan entrañables como éstas. ¡Vaya panda! Pero antes de eso todavía nos quedan los postres y los brindis.


De los postres sólo diré una cosa, que estuvieron a la altura del resto del banquete:
Flan de chocolate y Pudin con orejones y frambuesas.
Y continuamos con café y luego con copas acompañadas de pipas y chuches que nos entretuvieron sin levantarnos de la mesa hasta la merienda (más café y torta de aceite del Trabuco).¡ Hasta aliños para aromatizar y decorar los gin-tonics vinieron!
A estas alturas, me sigue extrañando que cada día me sorprendan las mismas cosas, pero es que no es para menos: Nos sentamos a las 2 y estuvimos comiendo hasta la hora de merendar y sólo paramos para colocar y retirar platos.
En mitad de esa vorágine de zampamiento nos pusimos al día de la vida, planificamos nuestra estrategia para la VIII Carrera Urbana Vva del Trabuco y también tuvimos nuestro momento emotivo, cuando regalamos unas botellitas de vino a Juani y Gema por ser los anfitriones que más veces han acogido nuestras reuniones. El brindis de Josema hizo asomar algunas lagrimitas al acordarse de Diego y Karina. Primo, di la verdad, ¿estuviste ensayando? Porque te quedó impecable.

Además de los habituales, tuvimos como invitados a mis amigos Amaya y Encarni y Chiquero y Cristina con sus respectivos churumbeles. Aquí estamos brindando para que veáis que no les guardo rencor por haber firmado los dichos para mi boda. ;·)
Para todos fue un día especial y lo cogimos con muchas ganas, porque con el rollo, hacía ya año y medio de la última comida, aunque también es cierto que en medio hemos tenido la fiesta del año pasado, la nochevieja, la mariscada de este verano, las "jornadas del atún" y la paella de habas y chorizo que preparó Javi para la fiesta de este año. Aun así, a todos nos pareció poco y estuvimos de acuerdo en que hay que insistir en seguir juntándonos para comer y charlar cada vez que se pueda. Desde aquí aprovecho para animar a guisar a todos los que todavía no hayan participado en esta tercera vuelta a ver si encontramos a alguien que le ponga el cascabel al gato. Porque recordad que bogavantes son amores y no buenas razones.

Como en cada reunión, nos fuimos alegres. Y no fue (sólo) por el vino, mal pensados. Es que, como he dicho, los bogavantes irradiaban felicidad. Sin lugar a dudas, hay algo de este día que ha quedado en mi memoria. "Que merece la pena controlarse con los entrantes para dejar hueco para el plato principal y para el postre" diréis algunos. Podría ser, pero no es eso, sino la frase de Juani: "Este vino nos lo beberemos aquí"